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22 Mar

La Economía de la conducta como integradora de las ciencias sociales

Adrián Navalón López de la Rica. Economista y Psicólogo de formación. Psicoeconomista de profesión.  a.navalon@psicologiayeconomia.com

Está conceptualmente aceptado que la Economía de la Conducta es una interdisciplina que se fundamenta en Ciencias como la Psicología, la Psicología Social, la Economía tradicional y la Sociología, entre otras disciplinas. En este artículo reflexionamos sobre la necesidad de una mayor interacción entre la Psicología y la Economía, clave para avanzar en el desarrollo y la aplicación de la Economía de la Conducta por y para el bien de la sociedad y las personas que la componemos.

“Es evidente que la base de la política económica, y en general de todas las ciencias sociales, es la psicología. Llegará un día en el que podamos deducir las leyes de las ciencias sociales a partir de los principios de la psicología” https://archive.org/details/manualedieconomi00pareuoft/page/35/mode/1up  

Esta cita, atribuida a Vilfredo Pareto en 1906, aparece al principio del libro “Todo lo que he aprendido con la Psicología Económica” del economista conductual y uno de los más conocidos autores de Economía de la Conducta, premiado con el Nobel de Economía en 2017, Richard H. Thaler.

Un poco de historia psicoeconómica

Sinceramente, no podría afirmar que ese día, anticipado en la cita de Pareto, haya llegado, pero, lo que sí parece cierto es que, actualmente, a pesar de determinadas críticas, la magnífica “salud” que presenta la economía conductual, está muy relacionada con la interacción, y no solo conceptual, entre la economía y la psicología.

Sin duda, el que en 2002 se otorgara el Premio Nobel de Economía al psicólogo Daniel Khaneman por “integrar los avances de la investigación psicológica en la ciencia económica, especialmente en lo que se refiere al juicio humano y a la adopción de decisiones bajo incertidumbre”, y unos años después, al ya mencionado Thaler, ha significado un verdadero “espaldarazo” para esta disciplina, o quizás, sea más correcto denominarla “interdisciplina”, que, en la actualidad, tiene un creciente protagonismo en ámbitos académicos, organizaciones e instituciones públicas y privadas.

Pero, además de Kahneman, el Premio Nobel de Economía se le otorgó a Herbert Simon en 1978, catedrático de psicología de la Universidad de Carnegie Mellon.  Simon fue reconocido con este galardón “por sus investigaciones precursoras acerca de los procesos de toma de decisiones en el seno de organizaciones económicas”.

No obstante, las primeras publicaciones sobre esta disciplina se pueden encontrar ya en 1902 con la “Psicología Económica” de Gabriel Tarde que, aunque parece que no tuvo demasiado éxito, plantea sus críticas a los autores de la Economía Política de la época por mostrar algo que, en la actualidad, constituye uno de los pilares de la economía conductual respecto a la economía clásica: el excesivo enfoque de las teorías económicas en “el hombre económico”, en lugar de trabajar sobre el “hombre psicológico”.

Posteriormente, ya en la segunda mitad del siglo XX, las investigaciones de los psicólogos Abraham Maslow, George Katona y, poco después, Amos Tervsky y Daniel Kahneman vuelven a plantear el papel determinante de los procesos psicológicos en la toma de decisiones.

Como hemos visto, la psicología ha contribuido tradicionalmente al conocimiento económico, y lo sigue haciendo, de forma trascendente, aunque tal como señalaba en “Papeles del Psicólogo”, el también psicólogo, Ismael Quintanilla hace casi 25 años, “los últimos en enterarnos somos nosotros. Entre otras razones porque no llegamos a ver más allá de la conducta del consumidor cuando pensamos en la psicología económica”.

Que podemos hacer para fomentar el desarrollo de la EC

Para fomentar este desarrollo de la economía conductual, es necesario, aunque puede que no sea suficiente que:

  • Los profesionales de la economía conductual conozcan y estén familiarizados con los procesos psicológicos que intervienen en la toma de decisiones lo que ayudará a diseñar, implantar y corregir a tiempo, si fuera necesario, las intervenciones de economía de la conducta planteadas como soluciones a problemas concretos.

La gran mayoría de las intervenciones conductuales, basadas en los “nudges”, se verán reforzadas si quienes las diseñan, divulgan e implementan, contemplan el rol determinante de todos estos procesos.

  • Las investigaciones psicológicas, basadas en el método científico, no deben competir con los experimentos conductuales, sino que deben ser un complemento perfecto que sirva para entender mejor las intervenciones conductuales que funcionan bien y en qué se fundamentan. Esto último, nos ayudará a entender cómo funcionan, y sobre todo a entender por qué algunas intervenciones pueden no funcionar como estaba previsto.
  • El trabajo conjunto entre la economía, la psicología y, por supuesto otras ciencias sociales como la antropología y la sociología, no debe limitarse a un solo ámbito. Debe contemplar tanto el ámbito personal, como el grupal, organizacional y social.

Igual que en economía diferenciamos la macroeconomía, la microeconomía y recientemente se habla, incluso de nanoeconomía, debemos conocer que las investigaciones en psicología no solo se refieren al ámbito individual, sino que, a través de la psicología de los grupos, la psicología de las organizaciones y la psicología social, permiten el diagnóstico de situaciones y el diseño, desarrollo e implementación de intervenciones adecuadas a los problemas presentados que se quieren abordar.

  • Aunque, metodológicamente, a menudo, se presentan los procesos psicológicos, los heurísticos, los sesgos y hasta la estructura cerebral, de forma individual y diferenciada, la realidad parece que responde más a una interacción entre variables y procesos psicológicos, un solapamiento y confluencia de aparición simultánea de varios sesgos relacionados y una estructura cerebral que no diferencia tan claramente como, a veces se expone, el sistema racional del sistema intuitivo.

Además de estos cuatro puntos, hay que tener muy en cuenta que las intervenciones conductuales se realizan siempre sobre personas por lo que, es muy conveniente contemplar, el papel de otros constructos como “personalidad y diferencias individuales”.

Independientemente de que nuestra formación académica sea económica, psicológica, sociológica, tecnológica, o cualquier otra, todas las personas que constituimos el Observatorio de Economía de la Conducta, con nuestras características individuales, bebemos de todas las fuentes que nos permitan avanzar en la consecución de los objetivos de entender e influir en el comportamiento de las personas de una forma que beneficie a los individuos y a la sociedad.


[i] Thaler, Richard H. (2016): Misbehaving: The Making of Behavioural Economics, London: Allen Lane

[ii] Simon, Herbert A. (1979) «Rational decision making in business organizations», American Economic Review, 69: 493-513. 

[iii] Tarde, Gabriel (1902a). Psychologie économique. Tome I. Paris: Félix Alcan Editeur.

Tarde, Gabriel (1902b). Psychologie économique. Tome II. Paris: Félix Alcan Editeur

[iv] Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografia de Abraham Maslow. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España). Recuperado de https://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/maslow.htm el 15 de marzo de 2021.

[v] Katona, G. (1965) Análisis psicológico del comportamiento económico. Madrid: Rialp.

[vi] Tversky, Amos y Kahneman, Daniel. (1974). Judgment under uncertainty: Heuristics and biases. Science, 185(4157), 1124–1131. https://doi.org/10.1126/science.185.4157.1124

Tversky, Amos y Kahneman, Daniel. (1982a). Introducción. En D. Kahneman, P. Slovic y A. Tversky (Eds.) Judgment under uncertainty: Heuristics and biases. 3-22. Nueva York: Cambridge University Press.

[vii] Entrevista a Ismael Quintanilla de Gloria Berenguer Contrí. Papeles del Psicólogo, 1997. Vol. (67). http://www.papelesdelpsicologo.es/abstract?pii=758

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